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Arrojando luz sobre el Xeroderma Pigmentoso

Muy interesante y prolijo artículo publicado recientemente en Journal of Investigative Dermatology resumiendo 40 años de investigación en Xeroderma Pigmentoso y enfermedades de defecto de reparación del ADN afines. Contiene datos divulgativos, gráficas y datos técnicos que ayudan a comprender todos los aspectos clínicos del XP. 
Nota: los enlaces externos incluidos llevan a la fuente en el idioma inglés original.

Journal of Investigative Dermatology (2012) 132, 785–796; doi:10.1038/jid.2011.426; publicado online el  5 de enero de 2012

Arrojando luz sobre el Xeroderma Pigmentoso
Por John J. DiGiovanna y Kenneth H Kraemer
DNA Repair Section, Dermatology Branch, Center for Cancer Research, National Cancer Institute, Bethesda, Maryland, USA
Correspondencia: Kenneth H. Kraemer, DNA Repair Section, Dermatology Branch, Center for Cancer Research, National Cancer Institute, Building 37, Room 4002, MSC 4258, Bethesda, Maryland 20892-4258, USA. E-mail: kraemerk@nih.gov

Resumen
El Xeroderma pigmentoso (XP) es un trastorno autosómico recesivo poco frecuente de la capacidad de reparación del ADN caracterizado por sensibilidad al sol y por el desarrollo de cáncer de piel y membranas mucosas inducidos por la radiación UV. Fue descrito inicialmente en 1.874 por Moritz Kaposi en Viena, y casi 100 años después, el doctor James Cleaver de San Francisco determinó el defecto de reparación del ADN en las células XP. Ello llevó a establecer la relación entre exposición solar, daños al ADN, mutaciones somáticas y cáncer de piel. Se vio que las células XP presentaban defectos en 7 de las proteínas del mecanismo de reparación de los nucleótidos (NER) y en la polimerasa η del ADN. Las células XP presentan hipersensibilidad a muerte por radiación UV, y los cánceres XP tienen mutaciones caracterizadas por una “firma UV”. Estudios clínicos llevados a cabo en los Institutos Nacionales de Salud (EE.UU.) encontraron un incremento de 10.000 veces en la tasa de cáncer en pacientes XP de menos de 20 años de edad, demostrando la importancia sustancial de la capacidad de reparación del ADN en la prevención de cáncer en la población general.
Aproximadamente un 25% de los pacientes con XP desarrollan deterioro neurológico progresivo con pérdida de neuronas, probablemente a causa de daños en el ADN inducidos por metabolismo oxidativo, que mata las células que no se dividen en el sistema nervioso. Curiosamente, pacientes con otro trastorno, tricodistrofia, presentan defectos en algunos de los mismos genes del XP, pero sólo desarrollan anomalías primarias sin mayor incremento en la tasa de cáncer

Abreviaturas:
CS, Síndrome de Cockayne; NBCC, Carcinoma nevoide basocelular; NER, reparación de la escisión de nucleótidos; NMSC, cáncer de piel no melanoma; TCR, reparación acoplada a transcripción funcional; TTD, tricodistrofia; XP, xeroderma pigmentoso.

Prólogo. Relato
Imagine que estamos a finales del siglo XIX. Una bebé sale a pasear en su carrito en el primer día soleado de la primavera. Después de un rato, la niña empieza a quejarse y comienza a llorar. A la mañana siguiente su piel se pone muy roja e inflamada con sus ojos hinchados y cerrados. Sus padres se preguntan ¿qué tipo de enfermedad será esta? Lentamente la piel y sus ojos se curan. Pero vuelve a suceder una y otra vez. La fuerte luz del sol parece molestarle en los ojos que suelen estar rojos y llorosos. Nada más cumplir un año, su piel empieza a desarrollar lunares en forma de pecas, sobre todo en zonas no protegidas por la ropa. A finales de su infancia desarrolla crecimientos que se convierten en tumores que parecen comérsele la piel. No contesta siempre cuando se le llama, como si se estuviera quedando sorda, cada vez tiene más dificultad para andar y su pensamiento se ha vuelto lento.
Conocemos el Xeroderma Pigmentoso (XP) como un trastorno autosómico recesivo poco frecuente de la reparación del ADN, que se manifiesta clínicamente como fotosensibilidad, daño actínico a la piel, cáncer de las áreas de la piel, mucosas de los ojos y boca expuestas a la radiación UV y, en algunos pacientes, deterioro neurológico progresivo (Tabla 1). La piel es normal al nacer y el trastorno se puede presentar de dos formas diferentes. Algunos pacientes desarrollan una respuesta exagerada a la radiación UV con quemaduras agudas y pronunciadas tras una mínima exposición a la luz solar (Figura 1a). Otros presentan una respuesta aguda normal a la exposición solar. Sin embargo, todos desarrollan cambios de pigmentación en manera de pecas en las zonas expuestas al sol, que suelen presentarse como poikiloderma (hiperpigmentación, hipopigmentación, atrofia y telangiectasias). A diferencia de los niños en la población general, esta pigmentación en pecas (hiperpigmentación lentiginosa) aparece típicamente antes de los 2 años de edad (Figura 1b). La edad promedio de aparición del primer cáncer de piel es de menos de 10 años de edad (Figura 2a).

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Estudio de pacientes de Xeroderma pigmentoso (XP) y tricodistrofia (TTD).
(a) Paciente XP420BE del grupo de complementación X-PD a los 9 meses de edad con eritema agudo severo del área malar después de una mínima exposición solar. Destaca que se salvan la frente y los ojos al estar protegidos por un gorro.
(b) Paciente XP358BE (XP-C) a la edad de 2 años no se quemaba fácilmente, pero desarrolló máculas hiperpigmentadas en su cara. Un carcinoma espinocelular (SCC) de rápido crecimiento o queratoacantoma se desarrolló en su labio superior y apareció una lesión precancerosa en su frente
(c) Paciente del norte de África XP393BE (XP-C; Mahindra et al., 2008) a la edad de 23 años con numerosas máculas hiperpigmentadas en su cara. Cáncer basal nodular presente en la aleta izquierda de la nariz. Cáncer de células basales pigmentadas presente en su mejilla izquierda. Sus ojos muestran irritación en la córnea debido a la exposición solar sin protección.
(d) Paciente XP19BE (XP-A; Robbins et al., 1991) a la edad de 35 años con deterioro neurológico Tienen numerosas máculas hiperpigmentadas en áreas expuestas de su cara y cuello. Debido a la sordera progresiva precisa el uso de un audífono.
(e) Opacificación corneal, pterigium, lente de contacto y pérdida de pestañas en párpado inferior.
(f) Clara demarcación en cambios poikilodermatosos aparentes en las zonas expuestas al sol comparadas con las zonas cubiertas de los glúteos en un paciente XP de 35 años.
(g) Pérdida del borde carmín de los labios con telangiectasias prominentes e escarificación de los labios y parte anterior de la lengua.
(h) SCC de la parte anterior de la lengua en un hombre africano (de Mahindra et al., 2008).
(i, j) Apariencia clínica de TTD
(i) Una niña de 3 años con pelo corto y quebradizo, con zonas de calvas y roturas a diferentes longitudes. No suele cortarse el pelo, excepto para igualar áreas. Tiene una personalidad sonriente y extrovertida propia de TTD.
(j) Bandas en forma de cola de tigre bajo microscopio polarizador (ampliación originalx10)
Las imágenes i y j son de Liang et al. (2005).

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Cáncer de piel en Xeroderma pigmentoso (XP) por edades y mortalidad comparado con la población general de EE.UU.
(a) Proporción de pacientes de cáncer de piel no melanoma (NMSC) diagnosticados a edades
(b) Proporción de pacientes de melanoma diagnosticados a edades determinadas.
Se consideraron sujetos XP tanto con NMSC como con melanoma para ambos análisis. Datos de población general obtenidos de Glass and Hoover (1989).
(c) Curva Kaplan–Meier de tasas de supervivencia de pacientes XP comparados con la población general de EE.UU.: el 30% de los pacientes de XP habían fallecido a la edad de 32 años. La supervivencia de pacientes fue significantemente menor que la de la población general (P<0.001).
(d) Curva Kaplan–Meier curve de pacientes XP estratificada por fenotipos. Los pacientes con deterioro neurológico tuvieron peores tasas de supervivencia que los que no lo presentaban (P=0.04). Gráficas de Bradford et al. (2011).


La evolución de nuestra comprensión acerca de los hallazgos clínicos sobre el XP ha planteado muchas cuestiones relacionadas con la biología celular, fotobiología fotocarcinogénesis, neurodegeneración y estabilidad genómica. La respuesta a estas preguntas ha iluminado varias áreas de la biología pero todavía hay muchas que necesitan ser aclaradas.

Historia del XP
El camino a nuestro entendimiento actual del XP comenzó a finales del siglo XIX con Moriz Kaposi, profesor de dermatología en Viena de origen húngaro. En 1.874 Kaposi describió 4 pacientes con xeroderma o “piel apergaminada” en un antiguo libro de texto de dermatología (Hebra and Kaposi, 1874), que escribió con el profesor Ferdinand Hebra, su padrastro (Kraemer et al., 1987). “Además de la sequedad apergaminada, disminución y arrugamiento de la epidermis, la pigmentación irregular y las pequeñas dilataciones de los vasos sanguíneos, los síntomas más característicos eran la contracción y, a la vez, el adelgazamiento de la piel”, características que describen poikilodermia. Su descripción distingue las lesiones pigmentadas de la piel normal como “puntos pigmentados marrón oscuro que asemejan pecas”, reconociendo la distinción clínica entre pecas y lesiones pigmentadas clínicamente atípicas (p.ej. lentigos; Figura 1b, c, d, y f). Señala (como en la Figura 1f) que “el trastorno de la piel casaba con una abrupta línea de demarcación” en el tercio superior del brazo, pero no postula por qué. Menciona la aparición de un tumor fisurado rojo, granulante en forma de pera que se había desarrollado en el período de 1 año, y afirma “Reconocimos este crecimiento como un epitelioma y lo destruimos en gran parte”. Sin embargo, su asombro se evidencia por su afirmación “No tengo nada más que decir acerca de esta peculiar enfermedad…”.
En 1.883, Albert Neisse de Breslau, Alemania, informó de XP con anomalías neurológicas en 2 hermanos que tenían XP con deterioro neurológico progresivo desde la segunda década (Neisser, 1883). Actualmente, se asume que aproximadamente el 25% de los pacientes con XP en EE.UU. desarrollan deterioro neurológico progresivo (Bradford et al., 2011; Table a y Figura 1d).
En 1.878, R.W. Taylor, Doctor en Medicina de Nueva York anunció los primeros escasos pacientes de XP en EE.UU. en la reunión inaugural de la Asociación Americana de Dermatología. En 1.888 revisó la literatura mundial detectando un total de 50 casos (Taylor, 1888).
El estado de la comprensión de la enfermedad fue propuesto en un informe de 1.926 tal como sigue: (Per, 1926):
  1. “El Xeroderma pigmentoso se debe a una sensibilización extrema de la piel a los rayos ultravioleta del sol.
  2. Esta insuficiencia congenital de la resistencia de la piel a los rayos actínicos parece ser dependiente de la consanguineidad de los padres.
  3. Las sustancias fotodinámicas del organismo (hematoporfirina) no desempeñan ningún papel en el desarrollo de esta enfermedad.
  4. La radiación actínica del sol produce una influencia incuestionablemente desfavorable en el desarrollo del xeroderma pigmentoso.
  5. Las medidas de prevención médicas tienen una gran importancia en esta.”
    Per también afirma: Sin embargo, a pesar de los detallados estudios patológicos de la enfermedad… nadie ha conseguido aclarar su oscura patogénesis.”.
In 1932, de Sanctis y Cacchione describieron a tres hermanos en la misma familia con características de XP, retraso mental, enanismo e hipoplasia gonadal con degeneración neuronal progresiva desde los 2 años de (de Sanctis and Cacchione, 1932). Este fenotipo tan severo no se suele observar.
Se describió XP en un sujeto africano de raza negra en 1.938 (Loewenthal y Trowell, 1938; Figura 1c) y en un afroamericano 1940 (King y Hamilton, 1940).
Gartler detectó hipersensibilidad de las células XP a la radiación UV en 1.964 (Gartler, 1964), pero la importancia de este descubrimiento no fue reconocida durante años. Las anomalías en la reparación del ADN en XP captaron la atención de la comunidad científica general por el informe de Cleaver de 1.968 que describía la deficiencia de reparación de la escisión en fibroblastos de piel cultivados (Cleaver, 1968). Footoproductos de ADN estable fueron identificados por Setlow (Setlow y Setlow, 1962). Estos fotoprofuctos no eran eliminados por las células XP (Setlow et al., 1969; Cleaver y Trosko, 1970). Se vio que las células XP tenían dañado el mecanismo de reparación de la reparación de la escisión por el cual se repara el daño al ADN producido por la radiación UV in vitro (Reed et al., 1969) y también in vivo (Epstein et al., 1970). La forma de XP que capaz de reparar la escisión fue descrita en 1.971 (Burk et al., 1971) y llamada en consecuencia “XP variante” (Cleaver, 1972). Estudios de fusión de céluas (1.972) demostraron la heterogeneidad de defectos moleculares del XP (De Weerd-Kastelein et al., 1972). La fusión de fibroblastos de diferentes pacientes XP para formar heterocariones (células con núcleos de diferentes pacientes) mostró ser capaz de la corrección (por complementación) de la reparación defectuosa. Para corregir la deficiencia, los diferentes núcleos suministraban lo que les faltaba a los demás. Esto implicaba que las diferentes células presentaban diferentes defectos y llevó a la caracterización de los diferentes grupos de complementación de A a G (Kraemer et al., 1975a, 1975b; Arase et al., 1979; Keijzer et al., 1979; Figuras 3 y 4). 2 décadas de investigación y avances en biología molecular, incluyendo la generación de células invasivas, dio como resultado finalmente la identificación de los genes responsables de los distintos grupos de complementación: XPA (Tanaka et al., 1990), XPB/ERCC3 (Weeda et al., 1990a1990b), XPC (Legerski y Peterson, 1992), XPD/ERCC2 (Flejter et al., 1992a1992b), XPE/DDB2 (Dualan et al., 1995), XPF/ERCC4 (Sijbers et al., 1996), XPG/ERCC5 (Mudgett y MacInnes, 1990), y XP VARIANT (polymerase η; Johnson et al., 1999; Masutani et al., 1999; Figuras 3 y 4 and Tabla 1).

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Mecanismo de reparación de la escisión de nucleótidos (NER). La reparación acoplada a transcripción (TCR) elimina el daño de los genes activamente transcritos, mientras que la reparación genómica global (GGR) elimina el daño del resto del genoma. En GGR, los daños como los inducidos por la radiación UV en los dímeros ciclobutano pirimidina (CPDs) o los fotoproductos 6-4 (6-4 PPs) es reconocido por las proteínas, incluidas la XPE (DDB2) y los productos génicos XPC. En TCR, la lesión parece bloquear el progreso de la polimerasa II del RNA en un proceso que implica a los productos génicos CSA y CS. Después del reconocimiento del daño inicial los mecanismos convergen. Las dobles hélices de XPB (ERCC3) y el XPD (ERCC2) se desarrollan rodeando la refión de la lesión junto con los productos XPA y XPG (ERCC5) y la proteína de replicación A (RPA). Las endonucleasas XPF y XPG (ERCC5) desarrollan incisions para eliminar la lesión en un fragmento de 30 nucleótidos aprox. El hueco resultante se rellena de novo con síntesis de ADN. Este sistema está coordinado de manera que si parte del mecanismo es mutado el mecanismo entero falla en el desempeño de su función. La mutación en los genes de los rectángulos están asociadas con enfermedad clínica. Este diagrama es una modificación de Van Steeg y Kraemer (1999) y Kraemer et al. (2007). PCNA, antígeno nuclear proliferante proliferating de la; RF-C, factor de replicación C.

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Enfermedades de reparación del ADN—relación de trastornos clínicos (en rectángulos azul claro) con defectos moleculares (en óvalos azul oscuro) en las enfermedades de reparación del ADN. Un total de 10 enfermedades clínicas y 13 defectos moleculares están representados. Una enfermedad puede estar causada por mutaciones en diferentes genes. A la inversa, mutaciones diferentes en un mismo gen pueden dar como resultado diferentes enfermedades clínicas. Modificado de Kraemer (2004) y Kraemer et al. (2007). COFS síndrome cerebro-óculo-facio-esquelético; CS, síndrome de Cockayne; DDB2, proteína ligante 2 del ADN de doble cadena; TTD, tricodistrofia; XP, xeroderma pigmentoso.

¿Qué hemos aprendido acerca del XP y qué nos ha enseñado el XP acerca de la Biología?
Relación entre exposición solar y cancer
Estudios epidemiológicos en la población normal se han utilizado para demostrar el papel de la luz solar como causa del cáncer de piel. Por ejemplo, se ha detectado una mayor frecuencia de cáncer de piel en (1) caucásicos de piel y ojos claros y frecuentes quemaduras, (2) sujetos con largas exposiciones al aire libre, como gente que toma el sol o trabajadores al exterior, (3) asociación con latitudes más próximas al ecuador, y (4) áreas expuestas del cuerpo por comparación con las protegidas. Sin embargo, esta relación está más clara y poderosamente demostrada en pacientes de XP, donde el daño por la radiación UV conduce a una aparición temprana y a una mayor frecuencia de cáncer de piel no melanoma (NMSC) y melanoma. En pacientes de XP, la edad promedio para el desarrollo del primer NMSC era de 9 años (Bradford et al., 2011) comparado con los 67 años de la población general (Figura 2a). De la misma forma, la edad media de aparición del primer melanoma en pacientes XP era de 22 años, comparados con la edad de 55 en la población general (Figura 2b). Esto resalta el importantísmo papel de un sistema de reparación de ADN intacto para proteger contra el cáncer de piel, proporcionando al caucásico medio más de medio siglo de retraso en la aparación de su primer cáncer de piel.
Los pacientes de XP pueden llegar a desarrollar cientos de cánceres de piel. Comparados con la población general, los pacientes de XP de menos de 20 años de edad tienen un incremento de 10.000 veces en la tasa de frecuencia de NMSC, de 2.000 veces para melanomas, de 1.000 veces para cáncer de los tejidos oculares expuestos al sol t de 100.0000 veces en cánceres de lengua (Kraemer et al., 1994; Bradford et al., 2011). La distribución anatómica de NMSC en pacientes de XP es similar a la de la población general, con un 80% aprox. sucediendo en cara, cabeza y cuello (Kraemer et al., 1994).
La distribución de melanomas es diferente de la de NMSC tanto en pacientes de XP como en la población general. El melanoma suele aparecer más comúnmente en las extremidades, y en ambos grupos más del 45% de los melanomas fueron encontrados en las extremidades. Esto sugiere que existen diferentes mecanismos implicados en la generación de melanoma frente a NMSC. La semejanza en la distribución tanto de melanomas como de NMSC en ambos grupos sugiere que el mecanismo de carcinogénesis en pacientes de XP es idéntico al de la población general. Sin embargo, la reversión de la estadística en la edad promedio de aparición de NMSC y melanomas en pacientes de XP (9 y 22 años) con respecto a la población general (67 y 55 años; Figura 2a y b) indica un mayor papel de la exposicón solar/reparación del ADN en la inducción de NMSC.
Las áreas de la piel, lengua y ojos expuestas a la radiación solar tienen un alto riesgo de cáncer  (Figuras 1c, e, g, y h). A pesar de que existe un riesgo mayor en la porción anterior del ojo (Ramkumar et al., 2011), el cristalino es una barrera para la penetración de la radiación UV y actúa como protección para las estructuras más profundas del ojo. De forma parecida, las zonas expuestas a la radiación UV de labios y lengua tienen un mayor riesgo de cáncer comparadas con zonas más protegidas de las superficies de las membranas mucosas. La observación de que las partes protegidas de la piel y otros tejidos en pacientes de (Figura 1f), presentan menores tasas de cáncer, demuestran el beneficio de la protección frente a la radiación UV en la prevención de la malignidad inducida por el sol.
Los pacientes de XP de menos de 20 años de edad tienen una probabilidad superior en 50 veces de padecer cáncer en el cerebro y otros órganos del sistema nervioso central (Kraemer et al., 1994). Incluyendo (Giannelli et al., 1981), glioblastoma, astrocitoma de la espina dorsal (DiGiovanna et al., 1998), y Schwannoma. Éstos no son tejidos expuestos a la radiación solar y la relación de estos cánceres con el daño al ADN no es todavía conocida. Por otro lado, los carcinógenos del humo del tabaco se adhieren al ADN y causan el tipo de daño que sería reparado por el mecanismo de reparación de la escisión de nucleótidos (NER) en células normales (Maher et al., 1977, 1987). Por eso, los pacientes de XP están expuestos a un mayor riesgo de contraer cáncer inducido por el tabaco. Un paciente de XP fumador murió de cáncer de pulmón (Kraemer et al., 1994). En un estudio de 106 pacientes de XP desarrollado por los Institutos Nacionales de Salud (EE.UU.) durante 4 décadas, la edad media de fallecimiento de los pacientes de XP era de 32 años, una reducción siginificativa en comparación con la población general (Figura 2c; Bradford et al., 2011). La edad promedio de fallecimiento de pacientes XP con deterioro neurológico (29 años) era menor que la de los pacientes que no lo presentaban (27 años; Figura 2d). El deterioro neurológico era la segunda causa de fallecimiento en pacientes con XP sólo por detrás del cáncer.

Papel de las quemaduras solares en el desarrollo del daño en la piel inducido por la radiación UV y en el cáncer de piel
Estudios en la población general han disociado el papel de la quemadura solar aguda frente a exposiciones crónicas más bajas en el origen del cáncer de piel. La exposición prolongada de trabajadores al exterior de piel clara, se ha asociado con el desarrollo de múltiples carcinomas basocelulares y espinocelulares. Por contraste, las quemaduras solares agudas en la infancia han estado más implicadas como causa del melanoma. Sin embargo, la experiencia con el XP demuestra que esta relación es más compleja. El XP se presenta típicamente como dos diferentes escenarios clínicos. Un niño pequeño de 1 ó 2 años de edad puede desarrollar una erupción aguda después de un breve período al exterior en un entorno relativamente sombrío (Figura 1a). La aparición de la erupción puede retrasarse uno o dos días y puede ser erróneamente diagnosticada como impétigo. Después de varias ocasiones, los padres aprenden a proteger rigurosamente al niño. Otros niños con XP no se queman después de una breve exposición solar (Figura 1b). Sin embargo, la mayoría de los pacientes de XP desarrollan pigmentación en forma de pecas antes de los 2 años de edad. Los niños con XP que no se queman sino que sólo desarrollan pecas puede que no hagan caso a una protección solar rigurosa y, paradójicamente pueden experimentar una exposición solar más extensiva y desarollar a menudo cánceres de piel en la infancia temprana (Bradford et al., 2011). Es sorprendente, en cierta forma, que, en la población general las quemaduras agudas estén asociadas con el desarrollo temprano del melanoma, mientras que en el XP esto sea al revés. Los pacientes de XP que nunca se han quemado tras una breve exposición solar se ha visto que tienen una mayor probabilidad de desarrollar cáncer de piel a una edad temprana que los que siempre o algunas veces se quemaron en las mismas condiciones (Bradford et al., 2011).
Los pacientes de XP con defectos en los grupos de complementación A, B, D y G tienden tener quemaduras agudas tras una mínima exposición solar, mientras que los de los grupos C, E y variante no (Figuras 3 y 4 y Tabla 1). Sin embargo, todos tienen alto riesgo de desarrollar aparición temprana de pecas, léntigos y cáncer de piel. Estas observaciones disocian la quemadura solar aguda del mecanismo de carcinogénesis por radiación UV y plantean importantes preguntas sin resolver acerca de cómo las diferentes anomalías de la reparación del ADN conducen a un mayor riesgo en todos los pacientes, pero a fotosensibilidad aguda sólo en algunos. Claramente, la reacción inflamatoria de la quemadura aguda no es necesaria para el desarrollo de cáncer de piel en pacientes con XP.
¿Un modelo de fotoenvejecimiento?
El fotoenvejecimiento o dermatoheliosis, describe los cambios en la piel debidos a la exposición crónica al sol o a la radiación UV. Esto incluye cambios pigmentarios y alteraciones en textura y color. El daño temprano a los melanocitos se refleja como pecas (máculas oscuras, simétricas y redondas) y más tarde como léntigos (de color marrón de intensidad variable con formas, tamaños y bordes irregulares). Por contraste, la elastosis solar proporciona a la piel un aspecto rugoso y amarillento y se cree que es secundario a los daños producidos en los componentes estructurales de la dermis, incluyendo las fibras elásticas y de colágeno. Las telangiectasias son los componentes vasculares del daño por radiación UV, y la atrofia se vuelve perceptible cuando todo el espectro de cambios poikilodermatosos está presente. Estos cambios son habituales en las áreas de la piel expuesta de los individuos caucásicos de piel clara, en la población general que ha soportado excesiva radiación UV de manera crónica, donde son prominentes la laxitud de la piel, descuelgues y arrugas. Por contraste, aunque los pacientes de XP desarrollan pigmentación en pecas a una edad temprana, seguida por el desarrollo de un gran número de léntigos y telangiectasias, no desarrollan la laxitud de piel, descuelgues, arrugas o cutis romboidalis en la parte posterior del cuello. Tal como describía Kaposi en 1. (Hebra and Kaposi, 1874), de hecho desarrollan tirantez de la piel—lo contrario a arrugas. Este contraste disocia los mecanismos que causan los cambios pigmentarios y vasculares (daños al ADN en la epidermis y parte superior de la dermis) de las causas de daños a componentes estructurales de las fibras elásticas y de colágeno de la dermis. Esto se puede explicar en parte por la absorción de ondas de frecuencia corta que dañan el ADN de tipo UVB por la epidermis, y por una mayor penetración de la radiación UVA en la dermis más profunda con un efecto directo de daños en las proteínas. El grado de elastosis puede servir como un “dosímetro” de la cantidad de radiación UV que alcanza la dermis (Robbins et al., 1974). Por eso, los pacientes de XP muestran cambios severos en la epidermis tras una mínima exposición a la radiación UV a las proteínas de la dermis, debido a su fallo en la reparación de daños en en el ADN de la epidermis.

Un modelo de investigación clínica: quimioprevención de los cánceres de piel
Debido a la alta frecuencia de cánceres de piel en pacientes de XP y su mortalidad asociada,  el enfoque de la quimioprevención podría conllevar un enorme beneficio. De hecho, el XP se ha usado como modelo para los estudios de quimioprevención del cáncer de piel. Como cada paciente puede desarrollar gran cantida de nuevos cánceres de piel, se pueden observar diferencias significativas con un pequeño número de pacientes. Un ensayo de isotretinoina oral realizado sólo con 7 pacientes de XP demostró una reducción estadísticamente significante (63%) de nuevos cánceres de piel comparados con el intervalo de 2 años anterior al inicio del tratamiento (Kraemer et al., 1988). Este ensayo clínico controlado fue uno de los primeros en demostrar concluyentemente la efectividad de la quimioprevención en cáncer en humanos. Actualmente, la isotretinoina y el retinoide relacionado acitretina se utilizan ampliamente en pacientes con alto riesgo de desarrollar nuevos cánceres de piel que presentan otras condiciones de predisposicón incluyendo a los post-transplantados y pacientes de síndrome NBCC. La endonucleasa V T4, una enzima reparadora del ADN bacterial, fue también probada en un estudio doble-ciego de 20 pacientes de XP demostrando reducir la tase de queratosis actínicas y de carcinoma basocelular (Yarosh et al., 2001).

Especificidad en la sensibilidad a los agentes dañinos
Una de las lecciones aprendidas del XP es que la hipersensibilidad a los efectos dañinos es específica. Aunque las células XP son hipersensibles a muerte por irradiación UV, presentan mortalidad normal inducida por rayos X. En células normales, los daños al ADN causados por la radiación UV son reparados por el mecanismo NER, que es inefectivo en pacientes XP (Figura 3). La mayor parte de los daños por rayos X son diferentes y los sistemas de reparación del daño por rayos X son normales en las células XP. De hecho, los pacientes de XP que desarrollan tumores oculares o internos  inoperables como tumores cerebrales o de médula espinal y han sido tratados con altas dosis de radiación X como terapia han tolerado bien el tratamiento (Grier, 1919; Giannelli et al., 1981; DiGiovanna et al., 1998). Esto contrasta con los pacientes hipersensibles a la radiación X, como los pacientes con síndrome NBCC. Los pacientes NBCC tienen una mutación germinal en el gen PATCH, y sus células presentan sólo uno de los dos alelos funcionales normalmente presentes. Los carcinomas basocelulares aparecen cuando las células NBCC sufren un segundo ataque, que puede ser el resultado de la irradiación X. Los pacientes de NBCC que desarrollan neuroblastoma a una edad temprana y reciben tratamiento con radioterapia frecuentemente desarrollan un gran número de carcinomas basocelulares en el puerto de radiación, donde también pueden correr el riesgo de desarrollo de tumores adicionales del sistema nervioso central (Kleinerman, 2009). Estas observaciones claramente destacan las diferencias en los mecanismos de reparación de los daños inducidos por la radiación UV frente a la radiación X.

Reparación del ADN—mecanismos moleculares de carcinogénesis
La piel de pacientes con XP es hipersensible a la radiación solar, lo que se refleja en hipersensibilidad de fibroblastos de piel cultivados y expuestos a radiación UV (Ruenger et al., 2008; Kraemer y Ruenger, 2008). Por eso, el examen de cultivos celulares de pacientes XP proporciona la oportunidad de obtener una visión detallada del mecanismo de la relación entre el daño por radiación UV con la carcinogénesis. Por ejemplo, las células de pacientes XP son hipersensibles a muerte por radiación UV y por los componentes químicos miméticos a la radiación UV como el benzo-a-pireno presentes en el humo de los cigarrillos (Maher et al., 1977, 1987; Kraemer y Ruenger, 2008). Además, las células XP son hipermutables tras exposición a la radiación UV, relacionando, de esta manera, exposición solar con mutaciones somáticas.
La exposición del DNA a la radiación UV produce varios tipos de fotoproductos estables (Kraemer and Ruenger, 2008). El fotoproducto más abundante es el dímero ciclobutano pyrimidine de thyminas adyacentes (T), citosinas (C), o mezclas de T y C. También se forman fotoproductos TC 6-4 pyrimidine-pyrimodone TC (6-4PPs). Estas lesiones del ADN sirven de sustratos para el mecanismo de reparación de la escisión de nucleótidos (Figura 3). En células normales, los 6-4PPs distorsionadores del ADN se reparan más rápidamente (en 6 horas) que el dímero cyclobutane pyrimidine  (~50% eliminado a las 12 horas). Ningún fotoproducto es reparado por las células XP. Los fotoproductos que no se reparan son lesiones permutagénicas. Durante la replicación, una polimerasa del ADN que encuentra un fotoproducto puede detener la replicación—conduciendo a muerte celular. Mientras el fotoproducto distorsiona los nucleótidos, no son capaces de codificar correctamente (p. ej. Incorporando T en lugar de C implicada en un fotoproducto TC; Lange et al., 2011). Esto conduce a una mutación C-a-T, característica en mutagénesis por radiación UV. En células XP cultivadas y en plásmidos desarrollados en células XP tratados con radiación UV , estas mutaciones C-a-T o CC-a-TT “mutaciones de firma UV” se encuentran frecuentemente tras exposición a la radiación UV (Bredberg et al., 1986; Gozukara et al., 1994).
Si el DNA de purificado de plásmidos se expone a la radiación UV y se introduce en células, el ADN plásmido se puede reparar por los procesos de reparación del ADN de la célula. La eficiencia de la reparación puede ser valorada por un plásmido que codifica para un gen marcador. El daño en el ADN del plásmido puede ser medido o modificado antes de su introducción en las células y el efecto puede ser medido (Emmert et al., 2002). Utilizamos este ensayo para demostrar que un fotoproducto de radiación UV en la cadena transcrita del gen marcador era suficiente para bloquear su transcripción en células sensibles XP (Protic-Sabljic and Kraemer, 1985), probando de esta manera la importancia de la reparación del ADN en la eliminación del daño al ADN que bloquea la transcripción. De la misma manera, la codificación de plásmidos replicantes para una un marcador RNA de transferencia supresora que se comprueba en bacterias desveló que las células XP introducen una alta frecuencia de mutaciones en los plásmidos. El análisis secuencial de los plásmidos recuperados mostró que las mutaciones tras exposición a la radiación UV del plásmido eran frecuentes en localizaciones de fotoproductos dipyrimidine y conducen a mutaciones C-a-T (Bredberg et al., 1986).  Esto es una prueba clara y directa del papel de la radiación UV en la mutagénesis. Estos estudios celulares han proporcionado una base molecular para la demostración del origen de las mutaciones inducidas por UV encontradas en NMSC (Giglia et al., 1998; Couve-Privat et al., 2004) and melanomas (Daya-Grosjean y Sarasin, 2005; Wang et al., 2009) en los genes supresores del cáncer (p53, PTCH y PTEN) en pacientes XP. Esta “firma” de radiación UV CC-a-TT se ha usado para relacionar exposición solar con mutaciones en muchos otros genes relacionados con el cáncer en melanomas y otros cánceres de piel en la población general (Prickett et al., 2009; Pleasance et al., 2010; Wei et al., 2011).
El mecanismo NER es defectuoso en células XP (Figura 3; Van Steeg and Kraemer, 1999). Este sistema sirve para reconocer los daños al ADN, extirpar el daño, y remplazar la región dañada con DNA sin daños. La reparación global del genoma sirve para identificar daños en el 99% del ADN que no está implicado en transcripción. La reparación acoplada a transcripción funcional (TCR) se activa por una polimerasa paralizada del ARN que contacta con daños en el ADN en genes activamente transcritos que comprenden el restante 1% del ADN. Los fotoproductos del ADN en el genoma global son reconocidos por varias proteínas actuando en tándem, incluyendo la proteína ligante 2 del ADN de doble cadena (DDB2) y XPC. Las proteínas relacionadas con TCR incluyen el síndrome de Cockayne A y B. Tras su reconocimiento, el ADN se desenrolla en dobles hélices XPB y XPD, que forman parte de la subunidad-10 del factor de transcripción basal IIH (TFIIH). Estas proteínas están, por lo tanto, implicadas tanto en la reparación del ADN como en la transcripción de muchos otros genes. La proteína XPA mantiene la región abierta del ADN que contiene los daños, que después es suprimida por endonucleasas XPF/ERCC1 y XPG como parte de un fragmento de cadena simple de ~30 nucleótidos. El hueco resultante se rellena con polimerasa y ligasa del ADN. El mecanismo TCR actúa más rápidamente que el mecanismo de reparación global del genoma y, de hecho, muestra reparación específica de cadenas con preferencia en la cadena transcrita. El mecanismo NER está estrechamente coordinado de manera que si una de las proteínas falla, el mecanismo entero deja de funcionar correctamente. Por eso, las mutaciones en cualquiera de las proteínas anteriores conllevan enfermedades clínicas (Figuras 3 and 4). El forma de XP “XP Variante” tiene un NER normal. Estos pacientes tienen un XP clínico con una susceptibilidad mayor de cáncer de piel. Sus células carecen de una polimerasa del ADN, la polimerasa η, que normalmente permite replicación del ADN más allá de fotoproductos sin reparación. La identificación de este tipo de polimerasas bypass proporcionan  discernimiento de los variados mecanismos que los organismos han desarrollado para combatir los daños al ADN (Lange et al., 2011).

Deterioro neurológico en XP
Aproximadamente un 25% de los pacientes de XP presentan deterioro neurológico progresivo (Bradford et al., 2011). Estos pacientes suelen tener defectos en los genes XPA, XPB, XPD, o XPG (Tabla 1 y Figura 4). Nacen habitualmente con peso y talla normal. Las primeras anomalías clínicas son frecuentemente la falta de reflejo en tendones y la pérdida de audición en altas frecuencias, y éstas pueden servir como pruebas de screening. Los sujetos afectados pueden presentar retraso en los hitos del desarrollo. La edad de aparición y la tasa de progresión de las anomalías neurológicas es variable entre pacientes. Típicamente suelen incluir pérdida de audición neurosensorial, disminución progresiva de la capacidad intelectual, que puede progresar en casos severos a dificultades en el habla, pérdida de la capacidad de andar, dificultades al tragar y necesidad de uso de una gastrostomía para alimentarse. Estudios de imagen muestran adelgazamiento del córtex cerebral con dilatación concomitante de los ventrículos y engrosamiento de los huesos del cráneo. La patología es un deterioro neuronal primario sin evidencia de inflamación o infiltración de otras células. Los pacientes de XP con deterioro neurológico tienen una alta tasa de mortalidad (Figura 2d; Bradford et al., 2011).

Relaciones dentro de la familia de trastornos de reparación del ADN
Existen descritos 3 trastornos clínicamente definidos de la reparación del ADN que se pueden utilizar como arquetipos para comprender el espectro de las relaciones genotipo–fenotipo dentro de este grupo (Tabla 1 y Figura 4; Kraemer et al., 2007). La fotosensibilidad, las anomalías neurológicas/de desarrollo y el cáncer de piel son importantes características patológicas que se pueden utilizar para distinguir entre estos tres arquetipos: XP, tricodistrofia (TTD) y síndrome de Cockayne (CS). Además, existen varios trastornos relacionados o superpuestos que forman una familia de síndromes que incluyen anomalías neuronales, oncológicas, cutáneas, de desarrollo, etc. La Tabla 1 lista características clínicas detalladas que pueden ser útiles para distinguir XP, XP con trastorno neurológico, TTD, CS y complejo XP/CS. Aunque la fotofobia y la sensibilidad al sol puedan aparecer en todas estas enfermedades, la hiperpigmentación lentiginosa aparece en el XP, pero no en TTD o CS. La degeneración pigmentaria de la retina aparece en CS, pero no en XP ni en TTD. Una demarcación clínica precisa ha permitido la identificación de síndromes sutilmente solapados en pacientes con características de dos de estos trastornos. La Figura 4 representa el estado actual de las relaciones genotipo–fenotipo dentro de este grupo. Los fenotipos que representan los trastornos clínicos se muestran en azul claro y los defectos moleculares en gris, con los patrones superpuestos que señalan el defecto molecular subyacente identificado en pacientes de cada grupo fenotípico. El XP puede diagnosticarse basándose en criterios clínicos basados en la presencia de quemaduras agudas tras mínima exposición solar, aparición temprana de pecas antes de la edad de 2 años y cáncer de piel. Aunque los pacientes de XP no suelen tener anomalías del desarrollo, aproximadamente un25% de pacientes de XP desarrollan deterioro neurológico progresivo. TTD es un trastorno caracterizado por pelo corto, quebradizo y anomalías multisistémicas (Figura 1i–l). Las anomalías en el desarrollo en el TTD pueden evidenciarse en la madre embarazada de un feto afectado por TTD. Estas anomalías en el embarazo pueden incluir resultados anormales en el test de triple screening, parto prematuro, preeclampsia, anomalías en la placenta o síndrome HELLP (Moslehi et al., 2010; Tamura et al., 2011). El recién nacido puede tener membrana en colodión, ser de pequeña estatura, micrognathia y un riesgo elevado de infecciones, retraso en crecimiento y desarrollo, cataratas congénitas y otras anomalías. Aunque los pacientes suelen presentar fotosensibilidad, no desarrollan cáncer de piel o las anomalías de pigmentación en forma de pecas del XP. Por contraste al XP, el desarrollo neurológico en pacientes TTD no suele ser de deterioro progresivo. CS tiene características de ambos trastornos con fotosensibilidad y retraso tanto en el desarrollo como en el crecimiento con deterioro neurológico, pero no cáncer de piel. El síndrome cerebro-óculo-facio-esquelético es una variante severa de CS, con anomalías que comienzan in utero. Los niños nacen con contracturas (artrogryposis), que se piensa que son debidas a la falta de movimiento fetal, microcefalia extrema, cataratas congénitas y dismorfismo facial (Laugel et al., 2008, 2010). La valoración cuidadosa y precisa de estas características clínicas de cada trastorno ha llevado a la identificación de pacientes con varios síndromes solapados. Los pacientes con XP/TTD presentan características de ambas enfermedades, pero menos prominentes de las que suceden en TTD, conduciendo a pelo más largo. Tienen riesgo de padecer malignidad en la piel y posiblemente interna, pero con una frecuencia inferior a la vista en XP. Del mismo modo, síndromes solapados de XP/CS, CS/TTD y COFS/TTD han sido descritos (Figura 4). Mutaciones diferentes en el gen XPD han conducido a la mayor heterogeneidad en el fenotipo clínico. Pacientes con el poco frecuente síndrome de sensibilidad UV presentan fotosensibilidad suave sin anomalías pigmentarias o defectos aparentes en el sistema nervioso central (Itoh et al., 1996). Sus células tienen el mismo defecto de transcripción que las células CS y se han detectado defectos en sus genes CSA y CSB (Horibata et al., 2004; Nardo et al., 2009; Figura 4). Esto sugiere que el defecto en el sistema central en pacientes de CS puede estar relacionado con una propiedad adicional de las proteínas CS.

¿Cómo nos ha ayudado el XP a entender la Biología básica y los mecanismos subyacentes en otras enfermedades?
Cuando los genes implicados en pacientes XP fueron identificados, sus genes homólogos fueron pronto identificados en ratones. Ratones de laboratorio con muchos de esos defectos han sido generados (ver Base de Datos de Mutación de Ratones v5 en http://pathcuric1.swmed.edu/Research/research.htm) para servir como modelos para demostrar el papel de esos genes en la carcinogénesis. Por ejemplo: ratones con defectos en XPA y XPC tienen una mayor susceptibilidad al cáncer inducido por radiación UV (deVries et al., 1995; Sands et al., 1995; Cheo et al., 2000; Tanaka et al., 2001). Los ratones heterocigóticos XP presentan un incremento en cáncer de piel y de órganos internos (Cheo et al., 2000). Esto sugiere que los humanos heterocigóticos para la enfermedad XP –causante de mutaciones—como 1 millón de japoneses portadores de la mutación fundadora XPA (Hirai et al., 2006)—pueden tener un mayor riesgo de cáncer. Sin embargo, los ratones no son modelos perfectos para estas enfermedades ya que los pacientes de TTD y CS no tienen una mayor susceptibilidad al cáncer de piel, pero los ratones con mutaciones TTD y CS sí presentan una mayor frecuencia de cáncer post radiación UV (van der Horst et al., 2002).
Los polimorfismos de núcleo simple son variaciones de la secuencia del ADN que suceden con una frecuencia de al menos 1% en la población general. Los polimorfismos de núcleo simple pueden afectar a la función de los genes o, más comúnmente, actuar como marcadores de diferencias genéticas a las que están ligados en otras partes del genoma. Un polimorfismo poliA-T en intrón 9 del gen de reparación del ADN XPC se vio que estaba relacionado con un polimorfismo A-a-C de nucleótido simple en exón 15, que cambiaba el aminoácido 939 de la Lisina (AAA) a Glutamina (CAA) pero sin alterar la función XPC (Khan et al., 2000). El polimorfismo poliA-T también estaba relacionado con un polimorfismo XPC intrón 11 de nucleótido simple -5C/A que alteraba la frecuencia del XPC mRNA alternativamente enlazado que se había demostrado que tenía escasa capacidad de reparación del ADN (Khan et al., 2002). Este polimorfismo XPC poliA-T estaba asociado con un aumento en la susceptibilidad de carcinoma espinocelular en cabeza y cuello (Shen et al., 2001) y de melanoma cutáneo (Blankenburg et al., 2005). El uso de polimorfismos en el gen de reparación del ADN XPD (ERCC2) como indicador de susceptibilidad al cáncer ha sido cuestionado (Clarkson and Wood, 2005). Sin embardo, un meta-análisis reciente de 13 estudios de control de casos de cáncer de vejiga (Stern et al., 2009) y 56 estudios de control de casos de varios tipos de cáncer (Wang et al., 2008) encontraron una asociación débil pero consistente con varios polimorfismos del gen XPD.
Curiosamente, las células invasivas presentan una supervivencia normal post radiación UV a pesar de un defecto aparente en NER como se indica en algunos análisis de reparación de ADN. Estas células presentan un defecto en el gen NER DDB2 de la dermis con reparación global del genoma defectuosa pero un TCR normal. Un ratón “humanizado” fue desarrollado con un gen añadido DDB2, y mostró una mayor capacidad de reparación de ADN (Alekseev et al., 2005). De forma interesante, los queratinocitos de los ratones tienen un mayor nivel de DDB2 y mayor capacidad de reparación que sus fibroblastos (Pines et al., 2009).
Aunque los pacientes con defectos en algunos de sus genes NER muestran profundas y progresivas anomalías neurológicas, los ratones con defectos en XPA o CS no. Sin embargo, el cruce de ratones XPA o XPC con ratones CSB no resultó dar ratones con anomalías neurológicas severas (Murai et al., 2001; Laposa et al., 2007). El ratón mutante XPG sí muestra anomalías neurológicas. Estos sistemas de modelo de ratones se han utilizado para imitar características del deterioro neurológico en la población general. Una teoría más amplia de la neurodegeneración incluye la generación de radicales libres por procesos oxidativos en las mitocondrias. Éstos han sido estudiados en ratones con defectos NER. Se estudia el tratamiento con antioxidantes en estos ratones.
Las células XP se han utilizado como reactivos para determinar el mecanismo de acción de agentes quimioterapéuticos. Por ejemplo, las células XP con defecto en TCR son hipersensibles a muerte por cisplatino, pero las células XPC con defecto GGR tienen una respuesta normal (Furuta et al., 2002). Esto indica que el mecanismo TCR desempeña un papel en la acción del platino y sugiere que los tumores resistentes al platino pueden tener alteraciones en sus genes relacionados con TCR. Curiosamente, el uso de células XP determinó que una toxina de los urocordados, la ET743, se activaba por esta maquinaria TCR para inducir roturas letales de cadenas de ADN (Takebayashi et al., 2001). Este agente se encuentra en fase de ensayo clínico para terapia contra el cáncer.
La inmunodiversidad se genera por la hipermutabilidad de los genes variables Ig en linfocitos B madurantes. El espectro de mutaciones en células B de pacientes de XP Variante con defectos en la polimerasa η mostró una deficiencia en la frecuencia de las mutaciones A–T y un aumento concomitante de las mutaciones G–C. Estos datos indican que la polimerasa η participa en generar mutaciones en genes variables Ig (Zeng et al., 2001).

Epílogo
Nos encontramos en la segunda década del siglo XXI. Una niña pequeña sale a pasear en el primer día soleado de primavera en un moderno carrito con sombrilla, pero el niño se altera. A la mañana siguiente, su piel se pone roja y alterada, requiriendo una excursión a urgencias. El pediatra piensa que es una quemadura solar, pero le preocupa cómo los padres han podido permitir que esto pase. Tras un segundo episodio, un dermatólogo astuto reconoce la quemadura aguda tras una mínima exposición solar, comienza a investigar en trastornos de fotosensibilidad e instruye a los padres para que comiencen a tomar medidas de protección solar agresivas. La niña ya no se quemará. Hemos aprendido un montón de cosas en los casi 140 años desde la descripción de Kaposi en 1.874 (Hebra and Kaposi, 1874). Ahora sabemos que los cambios en la piel del XP son resultado de la exposición a la radiación UV. Una vez hecho el diagnóstico, la familia puede ser orientada a fuentes de protección de piel y ojos (p.ej. protectores solares, ropa protectora, vidrios tintados), un medidor de radiación UV de uso sencillo, y materiales instructivos para el colegio, y todo ello puede ser facilitado a través del contacto con grupos de apoyo a pacientes que pueden ayudar a identificar recursos para la familia (Tamura et al., 2010). Sabemos mucho, pero no probablemente todo, de los genes causantes de la enfermedad. Las pruebas genéticas pueden servir para la confirmación del diagnóstico no sólo en pacientes, sino también in utero y para planear posibles futuros embarazos. Suplementos de vitamina D ayudarán a prevenir deficiencias. La monitorización para posibles implicaciones neurológicas que permite la detección precoz y su tratamiento (p.ej. audífonos). La Ley de Americanos con Discapacidades (ADA) exige un entorno escolar seguro protegido de la radiación UV y planes educativos individualizados obligatorios de asistencia en educación.
Esta niña podrá desarrollar pecas y lentigos pero la familia debe tener el conocimiento y las herramientas para evitar la mayor parte del daño que la radiación UV puede causar en el XP. Si se desarrolla un cáncer de piel, un tratamiento tópico o quirúrigico avanzado puede proporcionar una cura con el mínimo trastorno y alteración cosmética. Ahora los pacientes pueden vivir vidas sanas y plenas bien entrados en la edad adulta a pesar de tener muchos tipos de cáncer de piel (Oh et al., 2011). Aunque hemos llegado hasta aquí, todavía queda mucho camino por recorrer. Muchos pacientes no saben o no quieren utilizar protección solar extrema, por lo que se necesitan mejores métodos. Las pruebas genéticas no están disponibles inmediatamente. No tenemos un tratamiento efectivo para el deterioro neurológico. Además, se tarda habitualmente mucho en diagnosticar. Los sujetos que no presentan una sensibilidad solar extrema pueden no ser diagnosticados con prontitud, lo que conduce a un daño sustancial por el sol a una edad temprana. Aunque los pacientes de XP presentan un alto riesgo de desarrollar cáncer de piel, no entendemos por qué algunos pacientes se queman y otros simplemente desarrollan pecas. No tenemos un método para revertir el daño. Además, ¿por qué los pacientes con TTD que tienen fotosensibilidad y NER anómalo no desarrollan cáncer de piel? A pesar de que podamos diagnosticar, tratar, prevenir daños y comprender muchos de los mecanismos patofisiológicos en pacientes de XP, todavía queda mucho por aprender.

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